Actualmente en algunos países como Irán, Singapur, EEUU y China aún funciona la pena capital, ejecución o más comúnmente llamada la pena de muerte, la cual se aplica para delitos especialmente graves, como los de sangre (asesinato, parricidio u homicidio) o casos de corrupción de alto nivel, como es el caso de China. La pena de muerte es una condena difícil, no sólo para el ejecutado sino para su familia. Es así como se han conocido casos en China en los cuales personas muy adineradas a quienes se les ha condenado a la ejecución han podido redimir su condena. 

 

Ésta redención no consiste en cancelar una gran suma de dinero al estado, sino que opera con la vida de otra persona. Personas con condenas que han logrado encontrar a individuos en condición de vulnerabilidad que estén dispuestos a dar su vida a cambio de una gran retribución económica. Se cree que las personas que acceden a este tipo de ofrecimientos lo hacen porque viven en una condición de pobreza tal, que ven en este tipo de ofrecimiento una salida, al menos para los que quedan. 

 

Si bien estos casos no son comunes, nos permiten ver qué tan difícil puede llegarse a tornar la vida. Es sorprendente pensar cómo las necesidades y los problemas pueden llegar a tal punto que una persona no encontrando más salida, dé su vida a cambio de dinero. Si bien es cierto que en muchas ocasiones nos vemos enfrentados a circunstancias realmente difíciles, existe un regalo que nos permite tener esperanza en momentos de crisis.

 

Jesús dijo “estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33 RVR1960). 

 

Aunque esta promesa no quiere decir que nuestros problemas desaparecerán, sí nos permite entender que para todo problema hay una solución y está en Jesús. ¿Estás cansado de luchar con una situación difícil? Te tengo una buena noticia ¡Jesús prometió darte descanso! 

 

Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas (Mateo 11:28-29 RVR1960)

 

Si estás pasando por una situación difícil y no ves la salida, recuerda poner tu mirada en Jesús pues de ahí vendrá tu ayuda.

 

Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro?. Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra. Salmos 121:1-2 RVR1960.

 

No permitamos que el desespero nos lleve, como en el caso de esta historia, a perder la vida por una decisión apresurada. 

 

Catalina Peña Castañeda

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *